En esta lección profundizaremos en la teoría de la creatividad propuesta por la doctora Margaret Boden. Recordemos que, para ella, la creatividad es la habilidad de proponer ideas o artefactos que sean nuevos, sorprendentes y valiosos, como lo pueden ser la creación de nuevos conceptos, poemas, composiciones musicales, teorías científicas, recetas de cocina, coreografías, chistes, pinturas, etcétera. Además, ella cree que la creatividad no está confinada a una pequeña elite, sino que cada uno de nosotros es creativo hasta cierto punto. Por lo tanto, en vez de preguntarnos si una idea o artefacto es creativo o no, deberíamos de preguntarnos qué tan creativo es y de qué maneras. Para ayudarnos a contestar esas preguntas, ella propone clasificar la creatividad en diferentes tipos derivados de los tres criterios que sugiere, novedoso, sorprendente y valioso. Primero, ¿novedoso para quién? Si el resultado del proceso creativo es un producto o una idea que es nueva para toda la historia de la humanidad, y esta idea o producto es, además, sorprendente y valioso, de tal forma que tiene un impacto en la civilización en curso, entonces se habla de creatividad tipo "H" o creatividad histórica. En contraste, si es novedoso para la persona que tuvo la idea o que creó el artefacto, pero se sabe que a alguien más ya se le había ocurrido antes, entonces se habla de creatividad tipo "P" o creatividad personal. Y, por supuesto, podemos pensar en diferentes niveles intermedios entre la creatividad histórica y la creatividad personal. Por ejemplo, algo puede ser considerado como "P creativo" en una sociedad, pero "H creativo" en otra. Más aún, nota que la creatividad histórica es un caso especial de la creatividad personal, ya que la idea primero suele ser novedosa, sorprendente y valiosa para el mismo creador, antes de que pueda volverse histórica. Segundo, así como se derivaron dos tipos de creatividad para el criterio de novedad, para el criterio de sorpresa se derivan tres. Ahora, la pregunta a hacernos es, ¿por qué es sorprendente la idea o artefacto creado? La primera respuesta que nos propone Boden es que es sorprendente porque es algo diferente de lo que ya conocemos e, incluso, porque consideramos que es muy poco probable el que a alguien se le haya podido ocurrir la idea. Es decir, que su creación va en contra de las estadísticas. De acuerdo con su teoría, este tipo de sorpresas se da cuando generamos nuevas ideas a través de combinaciones desconocidas de ideas conocidas, razón por la cual la llamó creatividad combinacional. Se piensa que este tipo de creatividad es la forma más común que tenemos los humanos para ser creativos, y que se da cuando asociamos ideas que están indirectamente relacionadas, como cuando realizamos analogías entre estructuras conceptuales. Un ejemplo de esto son los teléfonos inteligentes, que combinan algunas de las capacidades de las computadoras personales con las de los teléfonos, convirtiéndolos en novedosos dispositivos que han revolucionado la forma en la que trabajamos, nos entendemos y nos comunicamos. Un requisito importante para este tipo de creatividad es que la combinación no se tuvo que haber realizado completamente por algún proceso aleatorio, es decir, no se tuvo que haber dado por accidente. Más bien, las ideas debieron de tener un camino conceptual comprensible entre éstas para que la combinación tuviera sentido. Por ejemplo, a través del razonamiento analógico. Los otros dos tipos de sorpresa requieren que introduzcamos un nuevo término llamado espacio conceptual. Un espacio conceptual está definido por los estilos de pensamiento aceptados y valorados por una cierta cultura o grupo social en un cierto dominio, por ejemplo, en arte, ciencia, cocina, moda, etcétera. Para ilustrar este concepto imagina el arte impresionista. Este se caracteriza por la comprensión de que los colores no son una propiedad de los objetos, sino que son el resultado de la refracción de la luz sobre la materia, lo cual trajo como consecuencia que en el impresionismo se considere a la luz como un aspecto fundamental a representar a través de la técnica pictórica. También se caracteriza por utilizar ángulos, perspectivas y encuadres novedosos, por ejemplo, captando en las pinturas instantes que pasan desapercibidos o escenas que permanecen ocultas a los ojos de los espectadores. Asimismo, se caracteriza por abandonar el dibujo perfectamente delineado, sustituyéndolo, por ejemplo, a través de trazos con un ritmo algo nervioso, con repasos y con imprecisiones súbitas. Existen otros aspectos que caracterizan a este tipo de arte, como la superposición de colores en el lienzo, el uso de trazos gruesos y brochazos, la superposición de puntos, la supresión de detalles y el uso de temas casuales e intrascendentes, entre otras. Entonces, el espacio conceptual del arte impresionista contiene todas las posibles obras artísticas que se puedan crear, siguiendo las características que definen este estilo. Note que, dado un espacio conceptual, algunas de las ideas o artefactos de éste ya han sido propuestas por algunas personas, mientras que otras permanecen como desconocidas. Además, note que algunos espacios conceptuales tienen más potencial creativo que otros. Por ejemplo, el juego de tres en línea, también conocido como juego del gato, es un estilo de juego tan restrictivo que cada posible movida ya se ha realizado una infinidad de veces por una infinidad de personas. En contraste, el espacio conceptual del juego del ajedrez, a pesar de que tiene un número finito de posibles movimientos, es astronómicamente grande, conteniendo muchísimas posibles configuraciones del tablero y muchísimas posibilidades de tiradas, dándonos más oportunidades de ser creativos. Ahora que ya definimos lo que es un espacio conceptual, podemos hablar del segundo tipo de sorpresa que Boden identifica, y que corresponde a aquella causada porque la idea o artefacto creado es inesperado. A este tipo de creatividad, Boden le llama creatividad exploratoria. Se le llama así porque consiste en explorar el mundo de posibles ideas y artefactos que se pueden crear siguiendo los estilos de pensamiento o reglas aceptadas por una cierta comunidad en un cierto dominio. Piensa, por ejemplo, en el caso del arte impresionista, cuyo espacio conceptual ha sido parcialmente explorado por diferentes artistas, y cuyas obras han tenido mayor o menor impacto en la sociedad, pero que todas, al fin y al cabo, pertenecen a este estilo artístico. De esta manera, cuando alguien crea una nueva pieza de arte siguiendo las reglas del impresionismo, y resulta que es valorada por algún grupo social, entonces se considera que tal persona está siendo creativo exploratorio. Todos los artistas y científicos mostramos este tipo de creatividad y, a veces, el resultado de la exploración nos permite imaginar posibilidades que antes no habíamos visto, llevándonos incluso a preguntarnos cuáles son los límites del estilo de pensamiento en cuestión. Cuando esto sucede, tenemos la oportunidad de cambiar los estilos de pensamiento que hasta el momento son aceptados y valorados por una cierta cultura o grupo social en un cierto dominio. Estos cambios suelen ser relativamente pequeños y superficiales para que puedan ser valorados socialmente, aunque también pueden ser cambios radicales, pero lo más importante es que tienen que constituir una manera de alterar de manera interesante o útil una forma de pensamiento, causando que se puedan crear nuevos artefactos que anteriormente eran impensables. En este caso, se produce sorpresa en el espectador debido a que los nuevos artefactos creados son completamente inconcebibles bajo las reglas anteriormente conocidas y, aún así, son valiosos. A la creatividad resultante de este tipo de sorpresa se le llama creatividad transformacional. Para ilustrar este último tipo de creatividad, retomemos el caso del arte impresionista. Hacia mediados de los años 1800, la luz se usaba en el arte como símbolo de la divinidad y del conocimiento, o como un elemento plástico para pintar objetos con volumen. Los encuadres clásicos eran frontales y simétricos, el dibujo era perfectamente delineado y las pinturas solían representar contenidos trascendentes con la finalidad de justificar el valor de la obra artística. En esta época, artistas como Monet y Renoir comenzaron a compartir una visión en común en la que se rompían las reglas anteriores. El resultado de esto dio lugar al arte impresionista, colocándolos a ellos como grandes creativos transformacionales. Esto nos deja con el último criterio, además de la novedad y la sorpresa que Boden propone para decidir si algo es creativo o no, el cual es el valor o utilidad de la idea o artefacto creado. Este criterio es más complicado que los anteriores, en el sentido de que, a diferencia de la novedad y la sorpresa, no es posible decir cuántos significados puede tener. Esto se debe a que nuestros valores estéticos cambian entre personas, con el tiempo y entre culturas, causando que no podamos llegar a un acuerdo general acerca de lo que es valioso y de lo que no lo es. Esto trae como consecuencia que siempre habrá un desacuerdo general para decidir si algo es creativo o no. Y nuestros análisis siempre tendrán que ser en el contexto de un cierto grupo social. Finalmente, podemos usar los tipos de creatividad que acabamos de definir para que, en vez de preguntarnos si algo es creativo o no, nos preguntemos, ¿qué tan creativo es?, y ¿de qué maneras? Por ejemplo, podemos argumentar que una cierta idea es más creativa que otra debido a que ésta es novedosa histórica y no novedosa personal, o que una idea es creativa exploratoria mientras que la otra es creativa transformacional. Algunos expertos piensan que la creatividad transformacional es la más difícil de llevar a cabo, aunque esto aún está abierto a debate.