La Organización Mundial de la Salud define el autocuidado como la habilidad de los individuos, familias y comunidades para promover y mantener su propia salud, así como prevenir y hacer frente a la enfermedad y dependencia. Esta es una actividad aprendida y orientada a un objetivo, una conducta que insiste en situaciones concretas, dirigida por las personas hacia sí mismas o el entorno para mejorar el estado de salud, bienestar y calidad de vida. Además, lograr el control de las enfermedades y disminuir la ansiedad asociada. Y como resultado, también disminuir los riesgos de hospitalización, costos y mortalidad asociada a complicaciones o eventos adversos de las enfermedades. El autocuidado sucede a través de la interacción de tres elementos. El primero de ellos es el automantenimiento o autocontrol. Son conductas dirigidas a promover el bienestar, mantener la salud y la estabilidad física o emocional. Por ejemplo, llevar a cabo instrucciones de los profesionales de la salud para mantener estable su condición, dejar de fumar, optar por una nutrición saludable, tomar la medicación, etcétera. El segundo elemento es el automonitoreo. Éste es el enlace entre el autocontrol y la autogestión. Se refiere al proceso de observarse, monitorizarse, es escuchar al cuerpo. Su objetivo es reconocer un cambio. Implica un proceso de reflexión y análisis para la toma de una decisión. Algunos ejemplos podrían ser la autoexploración de mama, de nevos, la revisión periódica del peso en sujetos con enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca, el monitoreo del flujo en el asma, la determinación de la glucosa capilar en diabetes mellitus, el monitoreo de la presión arterial en casa, el uso de dispositivos remotos para monitoreo del ritmo cardíaco o el monitoreo continuo de glucosa, entre otros. Por último, el tercer elemento es la autogestión. Éste podría definirse como el proceso de tomar una acción relacionada a un cambio detectado por el automonitoreo. Ésto para implementar un tratamiento o evaluar el mismo de acuerdo con lo ya aprendido. Ejemplos de ésto es la presencia de disnea súbita en un sujeto con asma, que sugeriría la necesidad de un broncodilatador inhalado de rescate, pero este mismo síntoma, en el contexto de un sujeto con insuficiencia cardíaca, implicaría ajustar la dosis de un diurético. Es a través del autocontrol que el paciente logra continuidad en el tratamiento. El automonitoreo le permite detectar un cambio en su estado basal y mediante la autogestión, realiza el análisis del problema y ejecuta la toma de decisiones basado en el aprendizaje previo. Esta secuencia de acciones sucede continuamente, no solo en la enfermedad, también en el mantenimiento de la salud y el bienestar durante toda la trayectoria de vida. El modelo de atención centrado en el paciente incluye la participación activa en el tratamiento y el control de sus enfermedades. Las y los profesionales de la salud tenemos la responsabilidad de informar, activar y asistir a los pacientes para lograrlo a través de la autogestión. La información por sí misma no es suficiente para motivar un cambio de comportamiento, pero es un buen inicio. Siempre que se acompañe de estrategias que empoderen al paciente para ganar confianza en su capacidad de aprender y desarrollar un comportamiento. Ésta es la llamada autoeficacia. El apoyo en la autogestión involucra todas las técnicas y herramientas que ayudan a las y los pacientes a desarrollar habilidades en la resolución de problemas, aprovechar los recursos de manera efectiva, participar activamente en sus planes de cuidado e interactuar con los profesionales de la salud, logrando con esto que la relación del profesional de la salud con el paciente se transforme hacia una asociación colaborativa, donde las metas establecidas son el resultado de acuerdos. Existe una variedad de estrategias de apoyo a la autogestión. Las de promoción del conocimiento a través de cursos en línea, medios escritos, audiovisuales y electrónicos. Aquellos que promueven habilidades técnicas como capacitar en la aplicación de insulina, uso de monitores continuos de glucosa, glucómetros, etcétera. Los grupos de educación activa, entrevistas motivacionales, automonitoreo, consejería telefónica, entre otras. Aquellas estrategias que incluyen una participación del paciente, se asocian a mejores resultados clínicos y de comportamiento respecto al control de las enfermedades. De acuerdo con la teoría de autogestión individual y familiar de Ryan y Sawin, el paciente y su familia deben cumplir con estos elementos para que la autogestión logre una mejora del pronóstico y comportamientos saludables. En primer lugar, información, creencias y confianza para adoptar la autogestión, o sea, tener autoeficacia. Tener habilidades de autorregulación, automonitoreo, toma de decisiones, manejo de las emociones y capacidad para establecer metas y valorar su progreso. También es importante una buena red social. Ésto es, que las relaciones con familiares, amigos y colegas, además de proveedores, propicien una mejora en la autogestión del individuo. En realidad, promover el apoyo a la autogestión se asocia a una mejor calidad de vida, pronósticos y optimización en el uso de los servicios de salud. Esto, a su vez, puede traducirse a mayor uso de servicios de telemedicina, orientación por enfermería y requerir menos hospitalizaciones.