El control del movimiento voluntario está centrado en gran parte en los lóbulos frontales del cerebro. Las praxias son movimientos voluntarios aprendidos que pueden requerir el manipuleo de otros objetos, como, por ejemplo, prender un fósforo o servir un vaso de agua; o pueden no requerirlo, como, por ejemplo, decir adiós con la mano o tocarse la punta de la nariz con el dedo índice. Las praxias tienen un componente de producción y un componente conceptual, es decir, incluyen el acto motor en sí mismo, pero además, incluyen el conocimiento sobre la funcionalidad de ese movimiento. Además, existen distintos tipos de praxias en función de los diferentes tipos de movimientos que aprendemos a lo largo de toda la vida como aprender la secuencia motora que debemos seguir para ponernos un pantalón, dibujar una estrella sobre una hoja, armar un rompecabezas de 100 piezas o llevar una cuchara con sopa hacia nuestra boca. Las apraxias y las dispraxias son alteraciones de las praxias. Es decir, es la imposibilidad de realizar un movimiento motor aprendido o la realización incorrecta de un movimiento motor aprendido. Es importante conocer en cuál de los componentes de una praxia se da la falla, porque en función de esto vamos a ver distintos tipos de apraxias. Cuando la falla se da en el componente conceptual de la praxia observamos una apraxia de tipo ideatoria. En la apraxia ideatoria, el paciente no puede realizar de forma correcta una secuencia de movimientos destinados a una finalidad específica. Estos errores pueden observarse como una total incapacidad para realizar el movimiento o como una secuencia muy desorganizada, inapropiada o incoherente. En estos pacientes, muchas veces observamos que no pueden realizar los pasos necesarios para escribir una carta, doblar el papel y guardarlo en un sobre o tomar un cepillo de dientes, colocarle dentífrico y lavarse los dientes. La falla está en el componente conceptual, en el cómo y para qué del movimiento aprendido. Por otra parte, cuando la falla se da en el componente de producción de la praxia observamos una apraxia de tipo ideomotora. En la apraxia ideomotora el paciente presenta afectación en la realización de gestos simples y aislados que no implican una secuencia motora específica. La alteración se puede dar en gestos arbitrarios, es decir, que no tengan un sentido comunicacional específico, como levantar el brazo derecho o significativos, como por ejemplo, decir adiós con la mano. Otros tipos de apraxias son los vinculados a movimientos motores aprendidos específicos. En este sentido, podemos observar una apraxia del vestido cuando el paciente no puede realizar la secuencia motora necesaria para vestirse de forma secuenciada y ordenada. Por otra parte, en una apraxia constructiva, el paciente no puede organizar correctamente elementos en dos o tres planos, por ejemplo, al dibujar sobre una hoja, armar un rompecabezas o realizar una construcción tridimensional con ladrillos de juguete. En el caso de la apraxia bucofacial, el paciente no puede realizar expresiones faciales que impliquen movimientos aprendidos con la boca, la mejilla o la lengua. En este último caso y en función de la gravedad del trastorno, puede llegar a estar acompañado por un trastorno importante en el lenguaje. En todos los casos, las apraxias implican la imposibilidad de realizar un movimiento motor aprendido, pero nunca implican la imposibilidad de mover esa parte del cuerpo o la parálisis en esa parte del cuerpo. Es por eso que no es lo mismo no poder mover una mano que no saber cómo utilizar las manos para usar, por ejemplo, un sacacorchos. Pero, tampoco va a ser una apraxia si yo nunca aprendí a usar un sacacorchos. Por lo tanto, una apraxia siempre se da sobre un movimiento que en algún momento supe y ahora no estoy pudiendo realizar.